LA DENTISTA

La dentista, frágil y femenina, no puede sacar la muela a un paciente.
Recurre a la ayuda de otro paciente de la sala de espera, que viste de pescador, y extrae un pez. (haciendo toda la mímica de introducir un piolín, sentir que pica, enganchar y recoger). Cuando este extrae el piolín vacío, ella lo echa.
Recurre a la ayuda de otro paciente de la sala de espera, que viste de mago. Este extrae palomas y pañuelos, luego de lo cual es echado.
Recurre a la ayuda de otro paciente de la sala de espera, que viste de carnicero. Este afila dos cuchillos y extrae una ristra de chorizos. Ella lo echa asustada, con sus chorizos detrás.
Recurre a la ayuda de otro paciente de la sala de espera, que viste de mecánico. Este se limpia las manos y deja la toalla negra. El tipo trata a la boca del paciente como al capot de un auto. Deja el pucho en una oreja, va arrojando adentro las herramientas a medida que las usa, cuelga una lámpara del labio superior, mete la cabeza adentro. Finalm. extrae la muela y el paciente se va. El mecánico le hace indicaciones con la mano mostrando el camino a seguir para salir sin chocar.
Pero ahora le toca a él. Se sienta y ve que la dentista se convirtió en una ruda mecánica, copiando sus gestos. El mecánico se asusta y huye. Ella le indica con la mano el camino.

 DENTISTA 2

La Dentista se quedó con el auto. Baja y se detiene a ayudarla un cocinero. El tipo abre el capot usando un trapo como agarradera, luego se arremanga y mira el motor. Examina el aceite, lo huele y lo prueba. Sostiene la varilla con el meñique estirado. Ordena agregar más. Lo examina, descorcha y cata como si fuera vino y lo agrega al motor. Luego destapa el radiador, del cual sale un chorro como de champán; la tapa del radiador impacta en la cabeza de la dentista, y el cocinero la felicita. Por último el cocinero se sumerge en el motor, y el capot se cierra bruscamente sobre él. Patalea, pero el auto se lo “traga”. Se prende el motor y las luces. El ruido es una mezcla de motor y masticación.
 La Dentista tironea de sus pies y de pronto cae sentada. En sus manos tiene las piernas del cocinero. (obviamente, un pantalón relleno de papel, con los zapatos cosidos). Con la idea de que el cocinero murió, la mujer llora. En eso el auto eructa abriendo brevemente el capot. La mujer lo increpa. El auto apaga lentamente sus luces y se apaga el motor.
 En eso se oye la bocina, y se ve al cocinero en el interior del auto, del lado del acompañante, reclamando sus pantalones. Invita a la dentista a subir. Mientras el cocinero se ajusta los pantalones, ella sube al auto, echa una mirada picaresca a las piernas de su acompañante, prende las luces y arranca.